Los 14 tipos de dolor que existen (y características)

No todos los dolores son iguales. En función de su origen, duración o intensidad, podemos clasificar el dolor en distintos tipos. Veámoslos.

Tipos de dolor

Es, sin duda, una de las sensaciones más primitivas de la naturaleza. El dolor es una “señal de alerta” de nuestro cuerpo, que nos avisa de que estamos expuestos a algo que nos hace daño y que puede comprometer la salud y/o de que algo malo pasa en nuestro organismo.

Más allá de esto, el dolor puede tomar formas muy distintas y tener orígenes totalmente diferentes. Y es que aunque las rutas neurológicas que se sigan sean diferentes, la sensación que tenemos al quemarnos la piel o lo que sentimos al dejarlo con una pareja, no deja de ser eso: dolor.

En cualquiera de sus formas, el dolor es una de las peores sensaciones que podemos experimentar, pues hay casos, los más graves, en los que puede comprometer en absoluto la calidad de vida de la persona que lo siente.

Por ello, en el artículo de hoy haremos un repaso de la ciencia detrás del dolor y analizaremos cómo se clasifican los distintos tipos de dolor en función de diversos parámetros, incluyendo la duración de los episodios, la localización, la intensidad y el origen.

¿Por qué sentimos dolor?

De acuerdo a la International Association for the Study of Pain (IASP), el dolor se define como “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada con una lesión hística (relacionada con un tejido de nuestro cuerpo) real o potencial, o que se describe como ocasionada por dicha lesión”.

De todos modos, es difícil definir qué es el dolor. Todos sabemos qué es y qué se siente, pero ponerle palabras es complicado. Y es que igual de complicado ha sido para los neurólogos entender el funcionamiento a nivel fisiológico de esta sensación compartida por todos los animales con sistema nervioso.

El dolor es una emoción muy compleja en la que intervienen muchos procesos de nuestro organismo. A grandes rasgos, debemos entender el dolor en sí como un conjunto de reacciones que el cerebro ordena que sucedan cuando “algo” le dice que es el momento de que ocurran.

Dolor cerebro

Y este “algo” son las neuronas, las cuales están por todo el sistema nervioso. Cuando, debido a un estímulo concreto, estas neuronas se activan, empiezan a transmitir un impulso eléctrico, que es una especie de mensaje que posteriormente será transcrito por el cerebro para dar lugar a cualquier emoción o sensación que imaginemos.

En el caso del dolor, estas neuronas se activan de una forma muy concreta cuando hay alguna lesión en nuestros órganos o incluso pensamientos negativos, pues en la activación del sistema nervioso entran en juego factores físicos, psicológicos y emocionales. Cualquier situación que derive en una producción de neurotransmisores relacionados con el dolor, hará que las neuronas transmitan al cerebro la “alarma” de que hay que sentir dolor, pues es la manera que tiene el organismo de advertirnos de que tenemos que huir de aquello que nos hace daño.

Una vez el impulso eléctrico ha llegado al cerebro, a través de reacciones neurológicas que todavía no están del todo claras, este órgano convierte la información en las sensaciones desagradables vinculadas al dolor. Por lo tanto, lo que “siente” el dolor no es el lugar donde tenemos una herida. Donde realmente está el dolor es en el cerebro. Él se encarga de conseguir que experimentemos el dolor justo en esa parte del cuerpo. Pero todo está en la mente.

¿Cuáles son los principales tipos de dolor?

No todos los dolores son iguales. Dependiendo de su localización, duración, intensidad y origen podemos clasificar el dolor en distintos tipos.

1. Según su localización

Si bien es cierto que antes de la llegada de los seres vivos emocionalmente más complejos, el dolor era una sensación puramente física, los humanos (y otros mamíferos) pueden experimentar dolor sin que haya ningún problema a nivel fisiológico.

1.1. Dolor físico

El dolor físico es aquel localizado en cualquier parte de nuestro cuerpo, excepto en el cerebro, pues irónicamente es la única estructura de nuestro organismo sin receptores de dolor. Quemaduras, golpes, fracturas, problemas intestinales, mordeduras, traumatismos, contusiones… Hay muchas situaciones que pueden derivar en un daño real y visible a nuestro cuerpo. El cerebro, para avisarnos de que hay algún daño y que debemos hacer algo para remediarlo, hará que experimentemos dolor.

1.2. Dolor psicológico

El dolor psicológico está a medio camino entre lo “real”, como el físico, y lo “subjetivo”, como el emocional. En este caso, el dolor no está localizado en el cuerpo, pues no hay ninguna lesión física responsable de la sensación de dolor. Está localizado en la mente y relacionado con la tristeza, la melancolía, la depresión, la ansiedad, etc, aunque el punto clave es que estas emociones se somatizan, es decir, se traducen en un dolor físico. Nace en la mente sin que haya ninguna lesión física pero el dolor emocional es tan fuerte que experimentamos dolor en partes de nuestro organismo que no tienen ningún daño.

1.3. Dolor emocional

El dolor emocional no es tan grave como el psicológico en el sentido que no hay somatización, aunque sigue teniendo su localización en la mente. Son experiencias emocionalmente dolorosas aunque subjetivas, relacionadas generalmente con problemas en el trabajo, discusiones con amigos, cambios de ciudad, rupturas amorosas, etc.

2. Según su duración

Lo más común, especialmente en el caso del dolor físico, es que sea agudo, es decir, que desaparezca al poco tiempo en cuanto la lesión se haya curado. Sin embargo, el psicológico, emocional y algunos físicos pueden prolongarse mucho en el tiempo.

2.1. Dolor agudo

El dolor agudo es aquel que desaparece a los pocos minutos o como mucho algunas horas después de la lesión. No suele entrar en juego el factor psicológico ya que no llega a impactar en la calidad de vida. Un claro ejemplo sería una quemadura.

2.2. Dolor crónico

El dolor crónico ya es algo más serio. Ya sea por depresión, lesión de larga duración, traumatismo grave, tristeza, duelo por la muerte de un ser querido, etc, el dolor que se experimenta, sin importar su localización, se prolonga durante mucho tiempo y sí que entra en juego el factor psicológico, pues compromete la calidad de vida de la persona. En Europa, se estima que el 19% de la población convive con el dolor crónico en cualquiera de sus formas, más o menos leves.

3. Según su intensidad

El dolor es una sensación subjetiva, incluso a nivel físico, pues cada sistema nervioso es único y, por lo tanto, cada persona responde a unas mismas situaciones de forma distinta. De todos modos, sí que existen “tablas de dolor” para medirlo. La OMS clasifica el dolor en función de su intensidad de la siguiente manera.

3.1. Leve

El más común, relacionado generalmente con el dolor físico y la mayoría de emocionales (no tanto con los psicológicos). Es aquel dolor que permite seguir desempeñando con normalidad las actividades diarias.

3.2. Moderado

El dolor moderado ya interfiere en el correcto desempeño de la persona, por lo que quizás sea necesario la administración de opioides menores o, preferiblemente, ibuprofenos y otros antiinflamatorios. En caso de que sea emocional o psicológico, habrá que solicitar atención por parte de un profesional de la salud mental. Hay que tener en cuenta que muchos dolores moderados son agudos, como por ejemplo una quemadura. En este caso, como su duración es muy corta, no sería necesario someterse a tratamientos.

3.3. Intenso

El dolor intenso es aquel que imposibilita por completo a la persona para desempeñar sus actividades. La inhabilita. Esto tiene un enorme impacto en su salud mental y, evidentemente, física, por lo que se requiere de opioides mayores (como la morfina) para aliviarlo y, en caso de que sea dolor psicológico, sería imprescindible acudir al psicólogo o al psiquiatra.

4. Según su origen

Como hemos dicho, las rutas que sigue la transmisión de la señal de “dolor” desde el lugar donde surge hasta el cerebro para su posterior interpretación son distintas. El dolor tiene orígenes muy diferentes. Veámoslos.

4.1. Dolor nociceptivo somático

El dolor nociceptivo es aquel que, a grandes rasgos, tiene su origen en un sistema nervioso que está en perfecto estado. En el caso concreto del somático, es el dolor físico que experimentamos cuando se activan los receptores de dolor de la piel, músculos, huesos, articulaciones, ligamentos, etc. Una vez ocurre esto, sentimos el dolor justo en el sitio donde ha sucedido la activación.

4.2. Dolor nociceptivo visceral

De nuevo, este tiene su origen en un sistema nervioso que no tiene ningún trastorno. El visceral es el dolor que se origina en los órganos internos de nuestro cuerpo (pulmones, corazón, hígado, riñones, ovarios, intestinos...) ya que hay algún problema en ellos. En este caso, sin embargo, no hay una activación concreta de unos receptores de dolor, sino que el dolor que se experimenta es más generalizado y, a diferencia del anterior, suele venir acompañado de otros síntomas como náuseas, vómitos, dolor de cabeza, tos, etc, aunque estos dependerán del órgano dañado.

4.3. Dolor neuropático central

El dolor neuropático, a diferencia del nociceptivo, es aquel que se experimenta no porque haya ninguna lesión física, sino porque sufrimos algún trastorno en nuestro sistema nervioso que hace que sintamos dolor sin que haya una causa “real” para experimentarlo.

En el caso del central, es aquel dolor que se siente por problemas en el sistema nervioso central, es decir, por patologías de la médula espinal y del cerebro. El dolor se siente por la manera cómo se procesa la información de las neuronas. Son los más problemáticos ya que no hay forma de curar estas enfermedades neurológicas más allá de paliar el dolor. Un claro ejemplo es la fibromialgia, una enfermedad en la que el cerebro dispara las señales de dolor muscular sin que haya problemas en el aparato locomotor.

4.4. Dolor neuropático periférico

El dolor neuropático periférico sigue siendo el dolor que se experimenta por problemas de origen neurológico, pero en este caso por trastornos en el sistema nervioso periférico, es decir, por afectaciones a las neuronas que no forman parte del cerebro ni de la médula espinal. El dolor se siente no porque haya problemas al procesar la información, sino porque esta información no llega de la forma correcta. El cerebro funciona bien. El problema está en cómo le llegan los impulsos eléctricos.

4.5. Dolor psicógeno

El dolor psicógeno, como su propio nombre indica, está relacionado con el dolor psicológico. A diferencia de los anteriores, no tiene su origen en lesiones físicas ni problemas en el sistema nervioso, sino que aparece a causa de la experimentación de sensaciones y pensamientos negativos que llevan a sufrir un dolor emocional que puede incluso somatizarse en un dolor físico más o menos grave. Sea como sea, tiene su origen en los pensamientos, emociones, miedos, inseguridades, recuerdos, memorias, etc.

4.6. Dolor oncológico

El dolor oncológico incluye todas aquellas formas de dolor, tanto físico como emocional, vinculadas al cáncer. El dolor oncológico tiene su origen tanto en el daño físico causado por la presencia del tumor y todos los síntomas vinculados, el impacto psicológico que supone y todo el dolor causado por someterse a los tratamientos de quimioterapia, radioterapia, etc.

Referencias bibliográficas

  • Mesas Idáñez, A. (2012) “Dolor Agudo y Crónico. Clasificación del Dolor. Historia clínica en las Unidades de Dolor”. Hospital Universitario Vall d´Hebrón.
  • Marchand, S. (2008) “The Physiology of Pain Mechanisms: From the Periphery to the Brain”. Rheumatic diseases clinics of North America, 34(2), 285-309.
  • Woessner, J. (2006) “Overview of pain: Classification and concepts”. Pain management.
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