¿Cómo tratar a una persona impulsiva? En 4 consejos

La impulsividad lleva a las personas a actuar sin sopesar previamente las consecuencias de su conducta. Lidiar con personas con esta tendencia puede ser desafiante y complejo, aunque algunas claves pueden ayudar.

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Todos podemos dejarnos llevar por nuestras emociones en algunos momentos. De hecho, en algunas situaciones puede ser adaptativo emitir nuestra conducta de forma rápida, sin reflexionar demasiado a nivel racional. En estos casos, se suele decir que actuamos impulsivamente. Si bien a veces es adecuada acorde al contexto, la impulsividad puede convertirse en un problema cuando nos acompaña continuamente.

Sopesar las consecuencias de nuestros actos es importante en muchos escenarios y por ello actuar siempre guiados por deseos momentáneos puede acarrear infinidad de problemas personales y sociales. Son muchas las personas que sienten que sus acciones van por delante de sus pensamientos, lo que les impide analizar las potenciales consecuencias y elegir la respuesta más adecuada en cada momento.

De esta manera, sienten que fracasan en muchas áreas de su vida debido a que carecen de capacidad para controlarse y pensar antes de reaccionar. El entorno de la persona impulsiva también puede sufrir, pues los allegados pueden vivir con la sensación de tener cerca a una bomba a punto de estallar en cualquier momento. Las relaciones con personas que se dejan llevar sin reflexionar pueden volverse muy difíciles, creando el escenario perfecto para la aparición de conflicto. Por todo ello, en este artículo hablaremos acerca de cómo tratar a una persona impulsiva con algunas claves.

¿Qué es la impulsividad?

La impulsividad se define como la tendencia de una persona a ejecutar sus acciones de manera rápida, irreflexiva e irracional, sin poder controlarlas o inhibirlas una vez que estas ya se han puesto en marcha. Las personas impulsivas tienden, además, a buscar la gratificación inmediata en detrimento de los objetivos a largo plazo, de manera que no se contemplan las posibles consecuencias de las acciones cometidas.

Como venimos comentando, es cierto es que hay algunas situaciones de la vida cotidiana en las que ser impulsivo resulta adaptativo. Este patrón de conducta tiene un carácter instintivo, por lo que nos ayuda a dar una respuesta rápida ante eventos que pueden suponer un peligro. Por ejemplo, no tendría ningún sentido detenerse a reflexionar sobre cómo actuar cuando otra persona está intentando agredirnos.

Ha existido bastante confusión respecto a la naturaleza de la impulsividad. En algunos casos, esta se presenta como un síntoma de un cuadro psicopatológico más amplio, como por ejemplo el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), el Trastorno Bipolar (TB) o los Trastornos por Uso de Sustancias (TUS). Sin embargo, esta incapacidad para controlar los impulsos no siempre va ligada a la presencia de una patología mental.

En algunos casos, la impulsividad puede ser concebida como un rasgo de la personalidad. Los rasgos de personalidad constituyen un conjunto de características, emociones, formas de pensar y aspectos del comportamiento que definen a una persona y la predisponen a responder de manera similar ante diferentes estímulos y situaciones. De esta forma, un individuo impulsivo es aquel que tiende a actuar de forma irracional e instintiva en los diferentes escenarios en los que se encuentra.

Por lo tanto, lejos de actuar impulsivamente en momentos puntuales, este tipo de individuos tienden a desenvolverse de esta forma en su día a día, lo que puede conllevar importantes consecuencias en sus relaciones con los demás y en su salud mental. Por supuesto, la impulsividad también puede aparecer de forma pasajera como consecuencia de ciertas condiciones biológicas o ambientales. Por ejemplo, si acudimos a una fiesta y decidimos consumir una droga, es probable que mientras sus efectos se prolonguen nos mostremos mucho más impulsivos de lo normal.

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Manifestaciones de la impulsividad

Las personas con tendencia a comportarse de forma impulsiva suelen reunir algunas características destacables:

  • Impaciencia: Quienes son impulsivos suelen tener una paciencia bastante escasa, por lo que encuentran problemas para esperar en las diferentes situaciones cotidianas. Por ejemplo, no son capaces de respetar su turno para hablar en una conversación o de esperar una cola para acceder a algún sitio.

  • Desorganización: Dado que no reflexionan antes de actuar, las personas impulsivas suelen ser bastante desorganizadas. No existe planificación alguna y por ello su día a día puede ser bastante caótico, siendo frecuentes los olvidos y despistes.

  • Baja tolerancia a la frustración: La impulsividad también impide a quienes la experimentan tolerar la frustración. Por ello, en aquellas situaciones en las que algo no sale como se esperaba se pueden producir reacciones emocionales desproporcionadas.

  • Ausencia de constancia: La elevada impulsividad puede hacer que la persona sea incapaz de concentrarse en una tarea hasta acabarla. Por el contrario, es común que se salte de unas actividades a otras de manera brusca.

  • Conducta desajustada a las convenciones sociales: Las personas impulsivas no valoran las repercusiones que su conducta puede tener sobre los demás, sino que actúan de forma instintiva. Por ello, es común que su comportamiento descoloque a los otros y sea poco acorde a las normas sociales.

  • Inmediatez de la respuesta: La impulsividad impide a la persona procesar los estímulos de forma completa, pues su respuesta se inicia de una manera prácticamente inmediata.

  • Insensibilidad: La falta de control de impulsos puede hacer que estas personas parezcan insensibles o ajenas al malestar de los demás. Aunque muchas de ellas se arrepienten cuando reflexionan a posteriori sobre sus acciones, es necesario abordar el problema para evitar herir a los demás.

Cómo tratar a una persona impulsiva: 4 claves

Si estás leyendo este artículo es altamente probable que tengas cerca de ti a una persona de naturaleza impulsiva. Es importante tener en cuenta que esa persona probablemente sufra mucho con esta situación, ya que la dificultad para controlar los impulsos no es algo agradable que se decida voluntariamente. De hecho, cuando aparece suele conllevar consecuencias muy negativas para el individuo en esferas como la familia, el trabajo o la pareja. Sin embargo, el papel de amigos y familiares tampoco es fácil. La impulsividad puede dar pie a situaciones complejas que puede ser difícil manejar. Por eso, a continuación comentaremos algunas claves para tratar de la mejor forma posible con personas impulsivas.

1. Empatiza

Lidiar con una persona impulsiva puede poner a prueba tu paciencia. Sin embargo, es importante que trates de empatizar con ella. Piensa que su urgencia a la hora de actuar es algo que le cuesta controlar y que le hace sufrir. Por ello, darle dosis de comprensión es mucho más productivo que juzgarle o tratarle con malas formas. Puedes preguntarle cómo se siente, qué necesita y transmitirle que sabes que para él/ella es difícil poder ser paciente y contenerse. Sin embargo, también debes indicarle que estás ahí para poder darle ayuda y apoyo en su proceso de aprendizaje y mejora del control de los impulsos.

2. No subas en la escalada de la agresividad

Las personas impulsivas pueden dejarse llevar por sus emociones y hablar a los demás de manera brusca e incluso agresiva. Responder de la misma manera sólo favorecerá una escalada de agresividad por la que ambos acabaréis enzarzados en un conflicto. Por eso, lo más recomendable es que trates de rebajar la tensión utilizando un tono de voz bajo y calmado, de manera que el otro también logre calmarse poco a poco.

3. Sé un disco rayado

Las personas impulsivas pueden ser tremendamente impacientes y presionar a los demás para conseguir lo que desean lo antes posible. En estos casos, lo mejor que puedes hacer es utilizar la técnica del disco rayado. Esta consiste en emitir repetidamente la misma respuesta hasta que el otro termine por cesar su insistencia.

4. Pon límites

A veces queremos comprender tanto al otro que olvidamos la importancia de defender nuestros derechos. Si esa persona impulsiva ha cruzado la línea del respeto, no dudes en poner límites firmes. Indica que no seguirás hablando con ella si no es con absoluto respeto e incluso pídele un tiempo de distancia para recuperar la calma y evitar crear un conflicto mayor.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de las personas impulsivas y algunas claves para lidiar con alguien con esta tendencia. Actuar sin pensar previamente puede ser necesario en algunas ocasiones, pero cuando se convierte en la norma puede acarrear numerosos problemas. Por lo general, sopesar las posibles consecuencias de nuestros actos nos ayuda a elegir la mejor respuesta posible en cada escenario, logrando un mejor ajuste con nosotros mismos y con los demás.

Las personas impulsivas suelen sentir que sus acciones van por delante de sus pensamientos, lo que les lleva a ser impacientes, desorganizadas, tolerar poco la frustración, ser poco constantes, insensibles o bruscas con los demás. Aunque la persona impulsiva no elige actuar de esta manera y sufre con dicha situación, el papel de amigos y familiares tampoco es fácil. La impulsividad puede desembocar en situaciones complejas que los seres queridos pueden no saber manejar bien.

En estos casos, es importante partir de una base de empatía y comprensión, asumiendo que esa persona no busca atacarnos personalmente. Es recomendable responder desde la serenidad sin contraatacar, pero siempre poniendo límites firmes y defendiendo los propios derechos. Añadido a esto, puede ser de ayuda recurrir a técnicas simples como la del disco rayado.

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