Las 5 diferencias entre Afecto y Amor (explicados)

El afecto y el amor son dos sentimientos vinculados al cariño y por la inclinación hacia una persona a la que queremos, pero desde una perspectiva psicológica son distintos. Analicemos las diferencias entre ellos.

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De acuerdo a las estadísticas, cada uno de nosotros vamos a conocer a unas 10.000 personas a lo largo de nuestras vidas. Y esta cifra, más allá de lo curiosa que resulta, nos demuestra cómo de importante es para los humanos, que al fin y al cabo somos animales sociales, relacionarnos con otros miembros de nuestra especie. Ahora bien, ¿todas las relaciones son iguales?

No. Ni mucho menos. De todas estas miles de personas, solo con unas pocas vamos a desarrollar una relación estrecha, algo en lo que van a entrar en juego factores biológicos, sociales, psicológicos y culturales que van a determinar cómo de fuerte es la relación que tenemos con una persona. Y hay veces, por supuesto, que en esta relación aparecen intensos sentimientos.

Es en este contexto que, cuando convivimos durante tiempo con una persona hacia la que sentimos aprecio, pueden desarrollarse en nuestro interior unos sentimientos fuertes vinculados al cariño que nos hacen sentir inclinación afectiva hacia esa persona. Hablamos, por supuesto, del afecto y del amor. Dos sentimientos que, pese a que solamos confundir, no son sinónimos.

Por ello, en el artículo de hoy y, como siempre, de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, vamos a indagar en la naturaleza psicológica de ambos sentimientos para descubrir en qué se diferencian. Porque no es lo mismo querer a alguien que sentir afecto. Veamos por qué.

¿Qué es el afecto? ¿Y el amor?

Antes de entrar en profundidad y analizar las diferencias entre ambos sentimientos en forma de puntos clave, es interesante (y también importante) que nos pongamos en contexto y entendamos, de manera individual, sus bases psicológicas definiéndolos. Veamos, pues, qué es exactamente el afecto y qué es el amor. Vamos allá.

Afecto: ¿qué es?

El afecto es una disposición mental y corporal que nos hace sentir una especial pero leve inclinación afectiva por una persona hacia la cual tenemos sentimientos de cariño y aprecio. Así pues, podemos entenderlo como el conjunto de manifestaciones psicológicas y físicas que emergen por la sensación de agrado hacia una persona, haciendo que busquemos su compañía.

Se trata de un sentimiento suave y moderado, un elemento psicológico casi simbólico asociado a una conexión de carácter espiritual con alguien. Un sentimiento de naturaleza relacional que no emerge de nosotros mismos, sino de factores externos vinculados a las relaciones que establecemos con elementos de nuestro alrededor, ya sean personas, animales e incluso objetos.

La afectividad nos lleva a que, cuando tengamos a ese elemento cerca, nos invada una sensación de bienestar y felicidad y sintamos armonía en nuestro interior, algo que nos lleva a expresar estos sentimientos de inclinación cariñosa con comunicación tanto verbal como no verbal, es decir, a través de gestos, caricias, abrazos, besos, etc.

Ahora bien, es importante recalcar que este afecto, que podemos sentir hacia familiares, amigos, compañeros de trabajo, etc, carece de componentes pasionales, sexuales, románticos y de intimidad. Cuando el afecto evoluciona hacia estos rasgos, significa que ya no solo existe afectividad, sino que nuestros sentimientos han evolucionado en intensidad. Ya no es afecto. Es amor.

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Amor: ¿qué es?

El amor es una disposición mental y corporal que nos hace sentir una intensa inclinación hacia una persona a la que queremos a través de profundos sentimientos de afecto, cariño, compromiso y pasión. Se trata, pues, de un sentimiento muy fuerte basado en la atracción íntima, sexual y emocional hacia una persona con la que queremos compartir un proyecto de vida.

Estamos ante una evolución del afecto, que va un paso más allá de la simple inclinación afectiva para generar en nosotros todo un proceso de enamoramiento. El afecto, pues, es el primer paso del amor. Y en el amor, el afecto es uno de los muchos componentes que entran en juego. Porque en este caso ya no estamos hablando de simplemente sentimientos de cariño, sino de una estrategia evolutiva.

Porque enamorarse y, por tanto, la existencia del amor, puede entenderse como el mecanismo biológico a través del cual, gracias a cómo modula los cambios fisiológicos en nuestro cuerpo y por la atracción sexual a la que viene ligado, nuestros genes “se aseguran” de que vamos a reproducirnos y a dejar descendencia fértil. Sí, suena frío. Es lo que hay.

Sea como sea, desde una perspectiva más psicológica, podemos entender el amor como el sentimiento intenso (seguramente el más fuerte de todos) que emerge por combinación de los denominados “tres pilares del amor”, a saber: intimidad, deseo y compromiso. Es decir, la necesidad de pasar tiempo a solas, la pasión de carácter sexual y la voluntad de tener un proyecto de vida en común, respectivamente.

En resumen, el amor es un afecto profundo hacia una persona que genera en nosotros una intensa combinación de sentimientos de conexión emocional, pasión, compromiso e intimidad, siendo así una de las emociones más complejas y poderosas de la realidad humana.

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Afecto y amor: ¿en qué se diferencian?

Tras analizar individualmente ambos sentimientos, seguro que ha quedado más que claro no solo que son realidades muy relacionadas entre sí, pues una (el amor) emerge de la otra (el afecto), sino también sus evidentes diferencias. Aun así, por si necesitas o simplemente quieres disponer de la información con un carácter más visual y esquemático, hemos preparado la siguiente selección de las principales diferencias entre el amor y el afecto en forma de puntos clave.

1. El amor es un sentimiento más intenso que el afecto

Seguramente, la diferencia más importante. Y es que el afecto es un sentimiento más suave que el amor. El afecto es un sentimiento de agrado, atracción y cariño hacia una persona, animal e incluso objeto, consistiendo en el conjunto de manifestaciones emocionales y físicas que nos llevan a sentir una inclinación afectiva hacia alguien o algo. Pero todos estos sentimientos, si bien nos hacen llenarnos de bienestar, son moderados y leves.

En cambio, el amor va ligado a todo un torbellino emocional. El amor es, seguramente, el sentimiento más intenso, fuerte y profundo que podemos experimentar las personas. Porque a todos los sentimientos que hemos visto del afecto, es decir, el cariño, el agrado y la atracción, debemos añadir componentes de intimidad, pasión, compromiso e incluso conexiones espirituales.

Por no hablar de que los cambios fisiológicos que experimentamos en el amor no tienen nada que ver con aquellos que podemos sentir con una persona hacia la que “solo” sentimos afecto, pues el proceso de enamoramiento va ligado a toda una cascada de reacciones hormonales que nos hacen sentir en un estado incomparable a cualquier otro sentimiento.

2. El amor es una evolución del afecto

Como acabamos de ver, el amor no deja de ser una evolución natural del afecto. A lo largo de nuestra vida, sentimos afecto, es decir, inclinación afectiva y cariñosa, hacia muchas personas, ya sean familiares, amigos, compañeros de escuela, compañeros de trabajo e incluso mascotas u objetos materiales hacia los cuales sentimos aprecio emocional.

Pero hay veces en las que una persona especial despierta en nosotros más sentimientos que no se limitan solo a la inclinación afectiva, sino que van mucho más allá, emergiendo como una evolución de este afecto al cual, al tiempo que incrementamos la intensidad del agrado, el cariño y la atracción, sumamos otros elementos propios del enamoramiento como son, tal y como hemos dicho al describir sus bases psicológicas y mencionar los tres pilares, el deseo, la intimidad y el compromiso.

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3. Puede haber afecto sin amor pero no amor sin afecto

En relación a lo que acabamos de comentar, llegamos a una diferencia muy importante. Y es la de que puede existir afecto sin amor pero no amor sin afecto. Es decir, puedes sentir inclinación afectiva con sentimientos de agrado y cariño hacia personas importantes en tu vida pero sin que existan los sentimientos propios del amor.

En cambio, es imposible que tengas sentimientos de amor, entendidos como la suma de atracción emocional, deseo, intimidad y compromiso, sin que ya de por sí existieran sentimientos de afectividad, es decir, de atracción cariñosa. Porque, como hemos dicho, el amor es una evolución del afecto. Y para que haya amor, primero tuvo que haber afecto.

4. El afecto carece del componente pasional

Si algo diferencia a nivel sentimental el afecto del amor es que este afecto carece de los tres pilares amorosos que hemos comentado. Cuando existe simplemente afectividad por alguien, esa persona no despierta en nosotros sentimientos de deseo, intimidad ni compromiso. “Solo” hay una inclinación afectiva que no se traduce con componentes pasionales, sexuales o románticos.

En cambio, el amor va ligado necesariamente a estos componentes de deseo, intimidad y compromiso. Y, al menos en las primeras etapas del enamoramiento, el componente sexual, pasional y romántico es muy importante para definir la diferencia entre lo que es “simplemente” afecto y lo que es verdaderamente amor.

5. El amor se siente por muy pocas personas

Por todo lo que hemos visto, es lógico pensar que, mientras que podemos sentir afecto por muchas personas en nuestra vida (e incluso animales u objetos materiales), el verdadero amor queda reservado a unas pocas personas. Porque son muchos los factores que entran en juego para que la afectividad se transforme en un enamoramiento que, además, sea correspondido.

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