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En los últimos años se ha producido un gran avance en el ámbito de la psicología. Cada vez conocemos mejor los recovecos de nuestro cerebro y la manera en la que este se comporta tanto en un estado de salud como durante procesos de enfermedad. Una de las áreas que más crecimiento ha mostrado recientemente es la neuropsicología. Esta especialidad clínica, fruto de la unión entre neurología y psicología, se centra en el estudio de los efectos que una lesión o daño en las estructuras del sistema nervioso central provoca en los procesos cognitivos, emocionales y conductuales del individuo.
Así, entre las personas que pueden beneficiarse de las intervenciones neuropsicológicas podemos encontrar pacientes con trastornos del neurodesarrollo, esclerosis múltiple, Parkinson, epilepsia, parálisis cerebral o Alzhéimer, entre otros. Esta disciplina relativamente joven gira en torno al concepto de plasticidad cerebral. Hoy sabemos que nuestro cerebro es un órgano plástico, cuya estructura puede verse modificada si recibimos la estimulación adecuada.
Además, también sabemos que cada persona cuenta con una reserva cognitiva determinada, que si es lo suficientemente grande puede actuar como escudo defensivo ante las patologías neurodegenerativas . El grado de reserva cognitiva es variable dependiendo de cada individuo y está determinado por factores de todo tipo, siendo uno de ellos el grado de actividad cognitiva.
Así, las personas que reciben abundante estimulación cognitiva pueden ver incrementadas sus reservas y, por tanto, su capacidad para tolerar cierto grado de patología cerebral sin experimentar sintomatología. Por esta razón, es especialmente interesante trabajar la estimulación cognitiva, sobre todo en personas adultas a partir de los cincuenta años. En este artículo vamos a comentar algunos ejercicios que pueden ser de gran ayuda para conseguirlo.
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¿Qué es la estimulación cognitiva?
La estimulación cognitiva se define como el conjunto de ejercicios y actividades encaminadas a mejorar y/o mantener las capacidades mentales de una persona. Esta se sustenta sobre el principio de plasticidad cerebral, por el cual se conoce que la realización de ejercicios cognitivos permite modificar y crear nuevas conexiones cerebrales.
En aquellas personas que sufren algún tipo de demencia, la estimulación cognitiva constituye una intervención terapéutica que, en conjunción con el tratamiento farmacológico, permite no sólo retrasar el avance del deterioro cognitivo, sino que brinda otros beneficios como fortalecer las relaciones sociales y la autoestima.
Si bien la estimulación cognitiva es una herramienta excelente para personas con enfermedades neurodegenerativas, lo cierto es que estas son aptas para cualquier adulto mayor que se encuentre sano. Gracias a los ejercicios de estimulación cognitiva es posible promover la salud y el bienestar, mejorando la memoria y la atención. Mantener nuestro sistema cognitivo activo es una forma de ralentizar el envejecimiento y disfrutar de un estado mental adecuado a pesar de avanzar en edad.
Habitualmente, se considera que la edad clave para que la estimulación cognitiva sea eficaz como estrategia preventiva gira en torno a los cincuenta años. A partir de esa edad, los adultos que la realicen pueden experimentar numerosos efectos positivos. En las personas sanas es posible practicar la estimulación cognitiva de manera autónoma, aunque en aquellas que padezcan alguna patología será necesaria la intervención de un profesional.
El profesional deberá realizar una valoración para conocer el estado cognitivo actual del paciente y así elaborar un plan de intervención que permita incidir en las áreas más afectadas. En ciertos tipos de demencia, como por ejemplo el Alzhéimer, es especialmente importante detectar de forma precoz la enfermedad, ya que de esta manera podrá intervenirse antes y hacer el progreso más lento desde el principio.
Una de las ventajas de la estimulación cognitiva es que esta, a diferencia de los tratamientos farmacológicos, no produce efectos secundarios. Añadido a esto, cuando se fomenta actividades de estimulación no sólo se producen cambios a nivel cognitivo, sino también a nivel emocional y social. El paciente interactúa con el profesional y con otras personas, a la vez que pone en marcha sus habilidades para desenvolverse de forma autónoma en la medida de lo posible.
Esto contribuye a mejorar la autoestima, pues la persona se siente útil y capaz, preservando su independencia en la medida de lo posible. Así, el estado emocional general es mucho más favorable. Añadido a todo lo anterior, la estimulación cognitiva constituye una alternativa con un coste económico, ya que no requiere demasiados medios o materiales.
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¿Cuáles son los mejores ejercicios para potenciar la estimulación cognitiva?
Ahora que ya hemos comentado en qué consiste la estimulación cognitiva, vamos a comentar algunos ejercicios interesantes que pueden ser de ayuda para trabajarla. En función del aspecto que se desee abordar, será preciso recurrir a un tipo u otro de actividad. Por ejemplo, no se trabajará de la misma forma la atención que la memoria.
1. Ejercicios para trabajar la memoria
Si lo que queremos es entrenar nuestra memoria, podemos recurrir a varias actividades.
1.1. Imágenes y fotografías
Una forma sencilla de trabajar la memoria se puede conseguir mediante el uso de imágenes y fotografías. Se puede enseñar a la persona una imagen durante unos segundos para luego, pasados unos minutos, preguntarle qué detalles de esta que puede recordar. Para hacer el ejercicio más ameno se pueden emplear fotos sobre temas interesantes para esa persona, de manera que a partir de cada imagen pueda mantenerse una conversación, lo cual también permite estimular al paciente a nivel cognitivo).
1.2. Parejas de tarjetas
Este juego es un clásico, pero funciona muy bien. Consiste en tener varias parejas de tarjetas y entremezclarlas, de forma que la persona busque aquellas que vayan juntas.
1.3. Lista de palabras
La memoria también se puede entrenar mediante listas de palabras. Para ello, se hace leer a la persona una lista de palabras, de forma que luego diga aquellas que recuerda. También puede ser el profesional el que las lea para luego preguntarle cuáles recuerda.
1.4. El juego de la bandeja
Este juego es ideal para trabajar la memoria a corto plazo, y consiste en colocar varios objetos sobre una bandeja, pedir a la persona que los observe y memorice. A continuación, la bandeja se tapa con un trozo de tela y se pide a la persona que diga aquellos que recuerda. Si el juego se hace con varias personas se vuelve más divertido, pues se puede jugar a ver quién recuerda un mayor número de elementos.
1.5. El juego del jardín
Este juego es ideal para trabajar la memoria a la vez que se pasa tiempo en el exterior. Consiste en retar a la persona a identificar las plantas, animales y objetos del jardín que reconozca.
2. Ejercicios para trabajar la atención
Trabajar la atención es algo que se puede conseguir mediante diversas actividades.
2.1. Lectura
Leer es una excelente manera de entrenar la atención. Se puede pedir a la persona que sea ella la que lea o que el profesional le lea un texto en voz alta. Después de la lectura, la persona deberá recordar el contenido, para lo cual se le pueden hacer preguntas varias.
2.2. Imágenes al detalle
Para trabajar la atención con imágenes se pueden mostrar diversas fotos y pedir a la persona que identifique detalles en cada una.
3. Ejercicios para trabajar la orientación
La orientación también se puede trabajar gracias a la estimulación cognitiva. Esta suele ser una de las primeras señales de alarma en aquellas que sufren algún tipo de deterioro cognitivo.
3.1. Preguntas rutinarias
La orientación se puede mejorar mediante preguntas diarias comunes a esa persona, como la fecha, la estación del año, la fecha de nacimiento, el lugar en el que está o su nombre.
3.2. El juego de la maleta
Para entrenar la orientación espaciotemporal se puede jugar a hacer la maleta para viajar a distintos lugares. Además, con este juego también se pueden trabajar otros aspectos importantes como la coordinación, el esquema corporal o la memoria.
Conclusiones
En este artículo hemos hablado acerca de algunos ejercicios útiles para poder trabajar la estimulación cognitiva. Esta consiste en el conjunto actividades que van encaminadas a preservar o mejorar el estado mental de una persona. Gracias a los avances en el campo de la neuropsicología, hoy sabemos que nuestro cerebro es un órgano plástico que, con la estimulación adecuada, puede modificar y crear nuevas conexiones neuronales.
Además, también se conoce que las personas disponemos de reservas cognitivas que nos permiten combatir las enfermedades neurodegenerativas. El nivel de reserva de cada persona es variable y depende de distintos factores, siendo la estimulación cognitiva una forma de incrementarlo. Por ello practicar estos ejercicios es recomendable no sólo para las personas que sufren demencia, sino también para el resto de los adultos sanos.
Así, es adecuado que la estimulación se ponga en marcha desde los cincuenta años, ya que con ella el envejecimiento cognitivo se puede retrasar. Para llevar a cabo estimulación cognitiva se pueden realizar diversas actividades, que serán diferentes en función de lo que se pretenda trabajar: memoria, orientación, atención, etc. Las personas sanas pueden hacer este tipo de tareas de manera autónoma, aunque en el caso de existir patologías es fundamental que estas sean ejecutadas bajo la supervisión de un profesional.
