El Síndrome del Salvador: ¿qué es y cómo afecta a la pareja?

El síndrome del salvador aparece cuando uno de los miembros de una relación comienza a asumir la responsabilidad de resolver todos los problemas del otro, llegando a olvidar sus propias necesidades.

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En la cultura popular es habitual hablar de la figura del héroe. Este tipo de personaje se caracteriza por su fortaleza y valentía, su capacidad para resistirlo todo y ayudar a todo el que lo necesite sin sentir un ápice agotamiento. El héroe sólo posee cualidades y constituye un ejemplo para todo el mundo por su tenacidad y sentido de la justicia.

Aunque en la ficción los héroes siempre triunfan y salen airosos de cada situación, lo cierto es que ser un héroe en la vida real es algo más complicado. De hecho, quienes lo intentan suelen sufrir importantes problemas de salud mental por el desgaste que supone intentar salvar siempre a todo el mundo de sus problemas. En estos casos se habla del llamado “síndrome del salvador”, una tendencia que puede perjudicar sobremanera a la persona que salva, pues termina por olvidarse de sí misma.

En una situación ideal, las relaciones interpersonales se basan en el principio de reciprocidad. De esta manera, los implicados se benefician mutuamente a través de la ayuda, el apoyo y los cuidados. De esta forma, se alternan los roles de “salvador” y “salvado” en función de las necesidades de cada individuo. Esta dinámica permite que funcionemos como sociedad, que tejamos redes que nos permitan sobrevivir y nos sintamos arropados.

El problema del síndrome del salvador reside en que los roles dejan de alternarse, de manera que siempre es la misma persona la que se encarga de ayudar, sostener, apoyar…Hasta el punto de que el individuo que es salvado deja de ser independiente o autónomo e incluso es visto como alguien que debe ser rescatado y cambiado a mejor por el salvador. Por su parte, la persona que salva termina por priorizar tanto las necesidades del otro que ignora las suyas propias. En este artículo profundizaremos en el concepto del síndrome del salvador y comentaremos algunas pautas útiles para evitar caer en esta tendencia en nuestras relaciones.

¿Qué es el síndrome del salvador?

Como venimos comentando, ayudar a otras personas y empatizar con sus problemas es algo que nos hace humanos y permite que podamos funcionar como sociedad. Vivir en un tejido social es clave para nuestro bienestar y supervivencia, motivo por el cual todos necesitamos el apoyo de amigos, familiares o parejas para salir adelante. En todas estas relaciones se debería producir un intercambio recíproco de afecto, cuidados y ayuda, algo que hacemos de manera altruista y alimenta los vínculos con los seres queridos.

El problema aparece cuando uno de los miembros de una relación comienza a asumir constantemente la responsabilidad de resolver todos los problemas del otro. En estos casos, el que ocupa el papel de salvador se enfoca tanto en librar al otro de su sufrimiento que se olvida de sus propias necesidades. Por su parte, la persona que es salvada puede sentirse asfixiada e incluso infantilizada.

El síndrome del salvador es especialmente habitual en las relaciones de pareja, especialmente en las chicas. No obstante, también es posible que se produzca en padres que sobreprotegen a sus hijos o les facilitan la vida hasta tal punto que les infantilizan. De esta forma, el salvador merma la autonomía de la persona a la que trata de salvar, pues se atribuye la responsabilidad de resolver sus problemas como si fuesen los propios. El síndrome del salvador puede ser resultado de diversas variables. Entre ellas podemos destacar:

  • Estilo de personalidad: La personalidad de cada uno puede hacer más probable caer en este tipo de dinámica. El síndrome del salvador es más probable en quienes muestran una intensa sensibilidad y empatía hacia los demás, necesitan aprobación ajena o buscan tener siempre el control de la situación.

  • Educación: Los valores que se nos han inculcado desde la infancia también pueden influir en este tipo de comportamiento. Por ejemplo, si hemos sido educados en un clima de sobreprotección o mucho control es posible que en la edad adulta nos comportemos como “salvadores”.

  • Influencias sociales: Vivimos en una sociedad que sigue siendo machista en muchos aspectos. En este sentido, las mujeres tienden a ser educadas para ser más complacientes y responsables de los cuidados, lo que les hace más vulnerables a convertirse en “salvadoras”.

  • Autoestima: En algunos casos, volcarse intensamente en los demás es una estrategia para compensar o tapar dificultades emocionales propias, como por ejemplo una autoestima pobre.

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Cómo acabar con el síndrome del salvador: 5 claves

Como venimos comentando, el síndrome del salvador puede ocasionar importantes problemas en el propio bienestar psicológico. Así, es importante tomar medidas para evitar esta tendencia o corregirla si es que ya está sucediendo.

1. Identifica el problema

El síndrome del salvador es una tendencia que podemos estar llevando a cabo sin ni siquiera ser conscientes de ello. De esta forma, podemos estar funcionando desde el piloto automático considerando como normales comportamientos que no lo son. No te culpes por ello, muchas veces aprendemos a adoptar el papel de salvadores desde la misma infancia. Lo importante es que reconozcas que algo no está bien y debes trabajar para modificarlo y vincularte de manera saludable con otras personas.

2. Reflexiona sobre la función que este comportamiento cumple para ti

Es importante que puedas intentar comprender qué función cumple el rol de salvadora para ti. Puede que esta sea la única manera de sentirse valorada o útil, que esto te ayude a desviar la atención de otros posibles problemas, etc. Muchas veces, cargarnos a las espaldas los problemas ajenos puede servir para olvidarnos de los propios. Entender la función de esta conducta nos permitirá valorar de qué manera se pueden satisfacer las necesidades que se intentan tapar y dejar de asumir responsabilidades no correspondidas.

3. Trabaja en tu autocuidado

El síndrome del salvador lleva a que la persona se termine olvidando de sí misma, por lo que evitar caer en este fenómeno implica trabajar intensamente en el autocuidado. Recuerda dedicar tiempo para ti, pensar en tus necesidades, mimarte y conocerte. No puedes ayudar a los demás si no te ayudas a ti. Piensa en la metáfora del avión: si no te colocas la mascarilla a ti primero, difícilmente podrás colocarla a la persona que tienes al lado. Por ello, piensa en ti y en lo que necesitas antes de desvivirte por resolver los problemas ajenos.

Amar a alguien implica preocuparse por lo que necesita y tratar de ayudarle en lo posible. No obstante, esto no puede llevarnos a olvidar que cada uno debe hacerse cargo de sí mismo y de su propia vida. Sólo así es posible formar relaciones saludables y equilibradas con los demás.

4. La empatía como arma de doble filo

Siempre se suele definir la empatía como la capacidad de ponernos en los zapatos de los demás. Sin embargo, esta concepción de lo que es empatizar puede llevarnos a error. Aunque procuremos comprender cómo los demás se sienten para brindarles ayuda, eso no puede llevarnos a olvidar nuestro lugar. Contagiarse del dolor ajeno y mimetizarse con él hace que dejemos de calzar nuestros propios zapatos para usar los de la otra persona, por lo que perdemos el sentido de lo que nosotros mismos necesitamos y, paradójicamente, esto nos hace ser menos capaces de ayudar.

5. Aprende a amar al otro tal y como es

El síndrome del salvador puede aparecer porque no existe una aceptación genuina del otro tal y como es. Así, nos atribuimos la responsabilidad de hacerle mejor y cambiarlo. Sin embargo, cada persona es libre y responsable de sus errores. Desde fuera puedes apoyar y aconsejar (si te lo piden), pero no debes considerarte responsable de que el otro resuelva sus propios problemas. Estar en una relación de cualquier tipo requiere necesariamente esta aceptación, ya que el amor parte de la valoración del otro con sus luces y sombras.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca del síndrome del salvador. Este fenómeno conduce a ciertas personas a adoptar el rol de heroínas o salvadoras, buscando resolver todos los problemas o salvar a los demás. Esta tendencia puede llevar a que se olviden de sí mismas, además de ser perjudicial para el curso de sus relaciones interpersonales.

Las personas que desarrollan el síndrome del cuidador pueden actuar de esta manera por influencia de su estilo de personalidad, los valores en los que han sido educadas, las influencias sociales y también una autoestima débil. Evitar o manejar el síndrome del salvador requiere aceptar el problema, reflexionar qué función puede estar cumpliendo este comportamiento, trabajar en el autocuidado, saber gestionar la empatía y aprender a amar al otro tal y como es, sin intentar cambiarlo.

El altruismo y la tendencia natural a ayudar a los demás es una cualidad adaptativa. De hecho, no podríamos existir como sociedad si no mostráramos conductas de ayuda y preocupación hacia los otros. No obstante, el síndrome del salvador suele aparecer cuando esta conducta se lleva al extremo, perjudicando a la propia persona, que se olvida de sí misma. A veces, priorizar las necesidades de los demás es una estrategia para tapar u apartar los propios problemas. Por ello, es importante reconocer cuando nuestro comportamiento se asemeja a esta dinámica para actuar.

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