Los 6 tipos de Bullying (y sus características)

El acoso escolar o Bullying es un tipo de violencia que se produce entre menores en el ámbito escolar. Lejos de ser banal, puede tener serias consecuencias para la víctima. Este puede presentarse de muchas formas, vamos a conocerlas.

Tipos bullying

El acoso escolar o bullying es una cruda realidad existente en las aulas de todos los centros escolares. Por desgracia, hasta hace no mucho tiempo este tipo de violencia no era reconocida como tal, pues se consideraba que lo que hoy llamamos acoso eran simples “cosas de niños”.

Sin embargo, esta concepción de la violencia entre iguales en el ámbito escolar no es, ni mucho menos, algo banal. Por el contrario, el bullying es un tipo de violencia con unas severas consecuencias en la víctima que lo sufre. Por este motivo, es fundamental hacer una labor exhaustiva de prevención, así como detectar e intervenir de manera precoz sobre los casos existentes.

¿Qué es el Bullying?

La definición de qué es exactamente acoso escolar no es sencilla y no está exenta de polémica. En general, se considera que hablamos de acoso escolar cuando ocurre una situación de maltrato verbal, físico o psicológico entre menores en el ámbito educativo. Sin embargo, se ha determinado que una situación puntual no sería, en principio, considerada como acoso, ya que una de las características de esta violencia es su reiteración y sistematización a lo largo del tiempo.

No obstante, cuando sucede un episodio de violencia entre menores es preciso analizar la situación y tomar las medidas pertinentes, ya que esto puede ser el germen de una futura situación de acoso escolar. Aunque entre los alumnos pueden aparecer conflictos relacionales vinculados con la convivencia, esto debe ser diferenciado de una situación real de acoso. Sin embargo, como decimos el centro siempre tiene la obligación de actuar ante cualquier conflicto y tomar las medidas pertinentes para resolverlo de forma eficaz.

Además de su mantenimiento en el tiempo, en el acoso escolar también se pueden observar otras características, como por ejemplo la asimetría entre el agresor y la víctima. Esta diferencia de poder puede venir dada por factores como la edad, la fuerza física o las jerarquías establecidas entre los alumnos de la clase.

Como es de esperar, el acoso escolar repercute seriamente en el bienestar de la víctima. Se trata de una violencia repetitiva, muchas veces diaria, en la que el menor se siente indefenso y se ve en la tesitura de enfrentarse al agresor cada vez que acude al centro escolar. Todo ello produce una merma en su autoestima y en sus habilidades para relacionarse con otros compañeros, ya que la víctima asume que su valor como persona es nulo e incluso puede interiorizar como ciertos los insultos que recibe.

Es habitual que, en los casos más cronificados, el menor llegue a asumir que merece sufrir acoso y que la violencia es algo normal en las relaciones con los iguales. Es decir, toda su visión del mundo se ve alterada, ya que se acepta como parte de la cotidianidad conductas y agresiones inadmisibles. Por supuesto, pueden aparecer síntomas como irritabilidad, somatizaciones (es especialmente típico el dolor de tripa antes de ir a clase), pesadillas, enuresis, tristeza, miedo… En los casos de acoso donde exista además violencia física, es posible que la víctima muestre marcas como heridas o moratones, que muchas veces pasan desapercibidos para los padres ya que estos se justifican con el juego o las caídas.

Bullying qué es

Aunque habitualmente se pone el foco en la víctima a la hora de abordar una situación de acoso escolar, lo cierto es que igualmente importante es analizar qué sucede con el menor agresor. En muchas ocasiones, los alumnos que acosan a sus compañeros son niños que están expuestos en su propia casa a situaciones de violencia, ya sea como víctimas directas de maltrato o como víctimas de la violencia de género que existe en la familia. Por tanto, una situación de acoso puede llegar a ser una señal de alarma de que algo no va bien en el entorno del menor agresor.

Debido a la frecuencia y gravedad del acoso escolar en los centros escolares (tanto públicos como privados y concertados), actualmente se reconoce la obligación de todos los centros de actuar ante una situación de estas características. Así, en los casos reconocidos como acoso, debe implementarse un protocolo específico para acoso escolar.

Por desgracia, aún hay mucho por hacer en el ámbito del acoso escolar y aún hay centros que miran hacia otro lado, ignorando una dolorosa realidad ante la cual es necesario actuar. Intervenir contra el acoso puede evitar el injusto sufrimiento de la víctima y lograr reeducar al menor agresor.

Más que habitual es que la medida a tomar ante el acoso sea cambiar de centro escolar a la víctima. Esta decisión debería ser la última alternativa, ya que con esto podemos transmitir al menor acosado que él es el problema y que lo que ha sucedido es su responsabilidad. Además, un cambio de centro puede constituir todo un desafío para un menor que ha sufrido violencia y ha visto trastocados sus esquemas relacionales con los iguales y su autoestima y seguridad.

Por ello, antes de llegar a esta decisión es prioritario intervenir en el centro para, además, prevenir que otros alumnos sufran la misma situación en el futuro. Ahora que ya hemos definido qué es el acoso escolar y cómo debería abordarse, en este artículo vamos a indagar sobre los tipos de bullying que existen.

¿Qué clases de acoso escolar existen?

Aunque hemos hablado en general del acoso escolar, lo cierto es que este se puede presentar de diferentes formas. Habitualmente, el acoso suele comenzar con violencia psicológica y verbal, aunque con el tiempo, si no se toman medidas, es esperable que la violencia vaya en aumento y llegue a implicar agresiones físicas.

1. Bullying psicológico

El acoso psicológico engloba numerosas conductas, que pueden abarcar amenazas, chantajes, intimidación, etc. Este tipo de violencia puede ser tan o más hiriente que la violencia física, ya que menoscaba la autoestima y la seguridad de la víctima en sí misma, genera un enorme temor y sentimiento de indefensión ante el agresor.

El problema de la violencia psicológica es que es mucho más sutil y difícil de detectar que la física, por lo que el agresor puede ejercerla incluso delante de las figuras de autoridad. Mediante las amenazas y la intimidación, se acentúa la asimetría entre víctima y agresor y se crea todo un entorno hostil y amenazante para el menor acosado.

acoso psicológico

2. Bullying verbal

El acoso verbal se refiere a la divulgación de rumores, burlas, apodos e insultos. También puede referir a amenazas explícitas verbalmente. Este es uno de los tipos de acoso más habituales, aunque se tiende a restar su importancia. Sin embargo, cuando un menor sufre de forma reiterada este tipo de violencia, hablamos sin duda de acoso escolar.

3. Bullying físico

El acoso físico suele aparecer cuando el acoso escolar lleva manteniéndose durante un tiempo, siendo muy habitual que antes de que este aparezca se hayan producido agresiones verbales y psicológicas. El acoso físico es más común en chicos que en chicas, y puede consistir en golpes, empujones y, en los casos más graves, palizas. En este tipo también se recogen los daños y robos a los objetos personales de la víctima (teléfono móvil, material escolar, comida…).

Bullying físico

4. Bullying social

El acoso social consiste en ejercer violencia hacia la víctima desde una perspectiva más grupal y amplia. El menor puede ser aislado y excluido del resto, de forma que se le impide formar parte de actividades, se ignora su presencia o se actúa como si no estuviera.

5. Bullying sexual

El acoso sexual también puede producirse en las aulas. En este caso, la víctima puede sufrir tocamientos o acercamientos no deseados de su agresor, así como actos como silbidos o gestos sexuales hacia su persona. También se reconocen como acoso sexual los comentarios relacionados con el aspecto o la intimidad del menor víctima. Además, también es calificado como acoso sexual el bullying de corte homófobo, en el que un menor acosa a otro por su orientación sexual o la idea preconcebida que tenga de esta.

6. Ciberbullying

En la era de las redes sociales no podíamos olvidar el acoso a través de estas plataformas. El ciberacoso se ha convertido en todo un reto actualmente, ya que internet ha permitido a los agresores expandir su violencia más allá del centro escolar, agravando más si cabe la situación de la víctima.

El acoso en redes puede ser aún más severo que aquel que se produce en persona, ya que el agresor puede actuar desde el anonimato a través de infinidad de canales: mensajes de texto, robar contraseñas y suplantar la identidad, enviar un mail, acosar en juegos online, entre otros. En redes sociales se pueden producir insultos hacia la víctima, pero también se pueden hacer videos o montajes hirientes, difundir fotos del menor sin su consentimiento, hacer críticas públicas hacia su persona… todo con el fin último de lograr la humillación de la víctima.

Aunque existen diferentes tipos de acoso, lo cierto es que muchas veces estos ocurren de forma simultánea. Un menor puede sufrir varios tipos de acoso a la vez, algo que es bastante habitual. Además, este acoso puede ser perpetrado por un solo agresor, aunque también puede ser ejecutado por un grupo de menores. El acoso tiende a cronificarse y a intensificarse con el paso del tiempo, por lo que en sus inicios suele ser sutil, haciéndose cada vez más evidente con el paso del tiempo si no se toman medidas adecuadas.

Ciberbullying qué es
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