Memoria a corto plazo: ¿qué es y qué funciones tiene?

La memoria a corto plazo es aquella que retiene la información hasta un minuto después de haberla captado y que nos permite analizar lo que estamos experimentando. Un repaso de sus características y funciones.

Memoria corto plazo

Los seres humanos somos mucho más que la suma de las 30 millones de millones de células que componen nuestro organismo. Y una de las principales razones de ello es que disponemos de una asombrosa capacidad de almacenar información en los rincones de nuestro cerebro y de recuperarla, ya sea voluntaria o involuntariamente.

Estamos hablando, por supuesto, de la memoria. La propiedad cerebral a través de la cual, la información, que está en forma de impulsos nerviosos, queda almacenada entre las conexiones neuronales del cerebro a la espera de salir a la luz. Y aunque su naturaleza siga siendo uno de los mayores misterios de la Neuropsicología, hay muchas cosas que conocemos acerca de ella.

Y fruto de ello hemos logrado una clasificación en distintos parámetros de contenido, grado de consciencia, dirección del tiempo y, por supuesto, duración. Como bien sabemos, los recuerdos no permanecen siempre en nuestra memoria durante el mismo tiempo. Y en este sentido, podemos diferenciar la memoria sensorial, la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo.

En el artículo de hoy nos centraremos en la de corto plazo. Y de la mano de las más prestigiosas publicaciones científicas, exploraremos las características y funciones de esta memoria que retiene la información durante apenas un minuto, pero lo suficiente como para analizar lo que estamos experimentando. Empecemos.

¿Qué es la memoria a corto plazo?

Por “memoria”, entendemos todo aquel proceso cerebral que implica almacenar (y recuperar) información en forma de impulsos nerviosos. Y en este contexto, la memoria a corto plazo es aquel sistema de memoria que retiene la información hasta un minuto después de haberla captado para hacer posible el análisis de lo que estamos experimentando.

Es de mayor duración que la memoria sensorial (aquella asociada a la información procedente de los sentidos, que se desvanece menos de un segundo después) pero de menor duración que la memoria a largo plazo, aquella que tiene una capacidad de almacenamiento ilimitada y que nos permite almacenar información y recuerdos durante mucho tiempo; a veces, para toda la vida.

En este sentido, la memoria a corto plazo se encuentra a medio camino entre las dos, reteniendo la información hasta un minuto después de captarla, siendo así muy importante para analizar aquello que estamos experimentando, desde un párrafo de un libro de química hasta una vivencia personal. Es la memoria que nos da un estrecho (pero esencial) margen de tiempo para comprender qué estamos percibiendo.

Se trata de un sistema de memoria que requiere de poco esfuerzo, pero si queremos que la información procesada por ella se almacene de forma prolongada en la memoria a largo plazo, deberemos hacer un trabajo consciente para retenerla, aunque si se liga con una emoción fuerte, este paso a la memoria a largo plazo puede ser inconsciente.

En resumen, la memoria a corto plazo, que también se conoce como memoria activa o primaria, es aquella capacidad neurológica de retener en la mente y de forma activa una cantidad pequeña de información para que esta esté fácilmente disponible para su análisis pero durante un corto periodo de tiempo.

Su tiempo de almacenamiento es de varios segundos (se estima que el máximo es de un minuto) y su capacidad es limitada (se acepta la cifra de 7 ± 2 elementos de capacidad), aunque de forma consciente o inconsciente, dicha información puede pasar a la memoria a largo plazo, quedando almacenada de forma indefinida y con una capacidad de retención que, se presupone, es ilimitada.

Memoria corto plazo qué es

¿Qué funciones tiene la memoria a corto plazo?

En resumen, la función de la memoria a corto plazo es la de almacenar, retener y recuperar una cantidad limitada de información durante un corto periodo de tiempo de varios segundos pero inferior a un minuto. Si la información pasa a estar disponible de manera indefinida, hablaríamos ya de la memoria a largo plazo.

En el año 1956, George Miller, psicólogo estadounidense y pionero en el campo de la conocida como Psicología cognitiva, publicó el influyente artículo “El mágico número siete, más o menos dos”, uno de los textos más citados del mundo de la Psicología. En él, se sugirió que la memoria a corto plazo tiene una capacidad de retener 7 ± 2 elementos, un “número mágico” que, tras posteriores investigaciones, ha mostrado ser bastante preciso.

Así pues, la memoria a corto plazo está limitada tanto por capacidad como por tiempo. Y es que además de esta limitación por elementos a almacenar, también es un almacén transitorio. Tiene la función de guardar la información hasta que esta se almacene en la memoria a largo plazo o hasta que, si no la retenemos, se elimine.

De media (aunque puede llegar a retenerse hasta un minuto), la información almacenada en la memoria a corto plazo está retenida durante unos 30 segundos, un tiempo suficiente para que este componente de la memoria cumpla con otra de sus vitales funciones: analizar lo que estamos experimentando.

Gracias a la retención de la información que hace la memoria a corto plazo, los otros procesos cerebrales son capaces de dar sentido a dicha información, analizar lo que estamos percibiendo del entorno y valorar si esta información debe ser almacenada en la memoria a largo plazo o si podemos borrarla por completo.

Retención de la información durante un corto tiempo, comprensión rápida del ambiente que nos rodea, facilitación en el proceso de solución de problemas y apoyo al aprendizaje de nuevo conocimiento. Estas son, en esencia, las esenciales funciones que realiza la memoria a corto plazo y que constantemente nos están ayudando a relacionarnos con nosotros mismos y con el entorno.

Y es que, de hecho, la memoria a corto plazo se encarga de coordinar, organizar y regular los flujos de información que proceden tanto de los estímulos captados por los sentidos (por ejemplo, retener las palabras que oímos para que, al final de la frase, toda ella tenga sentido y recordemos la parte del principio) como por todo aquello que nace en nuestros sistemas cognitivos.

Por esta importante función operativa, la memoria a corto plazo está muy relacionada con la conocida como memoria de trabajo (hay quienes la consideran lo mismo, pero realmente son conceptos distintos), la cual es aquella que, estando vinculada a la memoria a corto plazo, añade un componente de manipulación de la información para hacer posible el desarrollo de funciones cognitivas más complejas. El almacenamiento temporal (memoria a corto plazo) y procesamiento (memoria de trabajo) simultáneo de la información. En esto se basa esta memoria de capacidad de retención y de tiempo limitada pero de implicaciones ilimitadas en nuestra vida.

Funciones memoria corto plazo

¿Cómo puedo mejorar la memoria a corto plazo?

Como hemos visto, la memoria a corto plazo es totalmente esencial para relacionarnos con nosotros mismos y con el ambiente que nos rodea. Y no solo problemas graves de salud como las enfermedades neurodegenerativas pueden afectarla, sino que hay muchas circunstancias que pueden alterar su capacidad de trabajo.

El estrés, la ansiedad, la depresión, las deficiencias nutricionales (especialmente el déficit de vitamina B12) y los problemas de sueño son las principales causas detrás de la reducción de la capacidad de la memoria a corto plazo, algo que tiene implicaciones tanto a la hora de retener información a largo plazo como para comprender aquello que estamos percibiendo. La memoria a corto plazo es uno de los pilares de la cognición.

Y en este sentido, además de, con la ayuda que sea necesaria (porque las causas que hemos visto ya son dañinas por sí mismas), combatir los problemas de salud que pueden derivar en, valga la redundancia, problemas en la memoria, es importante conocer los consejos, ejercicios y prácticas para mejorarla. No hay una receta mágica y nuestras capacidades dependerán mucho de nuestros genes y otros factores no controlables, pero con entrenamiento, cualquier persona puede mejorar.

La plasticidad de nuestro cerebro hace que sea posible potenciar la memoria a corto plazo con prácticas como memorizar números de telefóno, jugando a videojuegos que estimulan la memoria, leyendo, meditando, haciendo deporte, siguiendo una alimentación equilibrada, durmiendo las horas necesarias, huyendo del estrés, ejercitando el cerebro por la mañana (en el artículo que vinculamos al final podrás conocer los detalles en profundidad) y, por supuesto, manteniendo siempre la curiosidad por aprender.

En lo que a alimentación se refiere, es importante también conocer que el es una realidad. El cerebro, pese a representar el 2% de nuestro peso, se lleva el 20% del total de energía que consumimos. Tiene unos requerimientos nutricionales muy específicos y, en este contexto, existen alimentos que (recordemos que nada de esto puede hacer magia) realmente pueden estimular nuestra capacidad de memoria a corto plazo.

El pescado azul, el jamón ibérico, la carne, los huevos, los lácteos, los arándanos, los frutos secos, las manzanas, el cacao y el aguacate son los mejores alimentos para potenciar la memoria. Y siguiendo estos y los otros consejos que hemos visto, podrás estimular esta capacidad que, como hemos visto, a través de la retención limitada y transitoria de información, nos permite relacionarnos con el entorno que nos rodea y con nosotros mismos.

Entrenar memoria
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